Las duchas compartidas son habituales en instalaciones deportivas, piscinas públicas, gimnasios o urbanizaciones. Aunque su uso es cotidiano y práctico, pueden convertirse en un foco de infecciones si no se toman las medidas higiénicas adecuadas. En este artículo te contamos cuáles son los riesgos más comunes y cómo protegerte de ellos.
¿Por qué son un riesgo las duchas compartidas?
Las duchas compartidas suelen estar húmedas de forma permanente, y esto favorece la proliferación de bacterias, hongos y otros microorganismos. A esto se suma el uso por parte de múltiples personas a lo largo del día, muchas veces sin un adecuado mantenimiento o limpieza entre turnos.
Además, la piel húmeda, el calor y el contacto directo con superficies pueden facilitar infecciones dérmicas, respiratorias o incluso digestivas.
Infecciones más comunes en duchas públicas
Entre los problemas de salud más frecuentes al usar duchas compartidas están:
- Hongos en los pies (pie de atleta): Se transmiten fácilmente al caminar descalzo por suelos húmedos.
- Verrugas plantares: Provocadas por el virus del papiloma humano (VPH), también se contagian en suelos contaminados.
- Foliculitis: Infección de los folículos pilosos causada por bacterias como el estafilococo.
Tiña: Infección por hongos que puede aparecer en distintas zonas del cuerpo. - Infecciones vaginales o urinarias: Sobre todo en mujeres, por contacto con bancos, superficies o toallas contaminadas.
Además de estos riesgos, también pueden acumularse restos de productos cosméticos, vello, sudor o incluso sangre, aumentando la carga biológica del entorno.
Medidas para prevenir infecciones
La prevención es clave para minimizar los riesgos. Algunos consejos imprescindibles son:
- Usa siempre chanclas o calzado de goma dentro de la ducha. Evitar el contacto directo con el suelo es la primera barrera contra infecciones.
- No compartas toallas, esponjas ni productos personales.
- Evita sentarte directamente en bancos o superficies húmedas.
- Sécate bien entre los dedos de los pies y en zonas de pliegues. La humedad retenida favorece los hongos.
- Lávate bien después de usar la ducha pública y cámbiate de ropa lo antes posible
- Revisa la higiene del espacio antes de ducharte. Si huele mal o está visiblemente sucio, es mejor evitarlo.
- No te afeites o depiles justo antes de acudir al gimnasio o piscina. La piel estará más sensible y con microheridas.
Estas pequeñas acciones pueden prevenir infecciones incómodas o incluso peligrosas, especialmente si tienes el sistema inmune debilitado o alguna herida abierta.
Formación para cuidar de los demás (y de ti mismo)
Conocer los riesgos higiénicos en instalaciones deportivas o piscinas también forma parte del trabajo de un buen socorrista. En ENSSAP, nuestros cursos incluyen nociones clave de prevención y seguridad en entornos colectivos. Además de formarte como profesional del salvamento acuático, te prepararás para proteger la salud de los usuarios desde una visión integral.